NOTICIAS

Celebramos el Día del Metalúrgico

El 7 de septiembre celebramos en la Argentina el Día del Metalúrgico, en memoria de un grandioso militar y sacerdote franciscano: Fray Luis Beltrán, quien nació en San Juan el 7 de septiembre de 1784.

A sus 16 años, Fray Luis Beltrán ingresó al convento de San Francisco de Mendoza. En 1810, cursó sus estudios en Santiago de Chile. Bartolomé Mitre afirma sobre él: “lo que no sabía lo aprendía con sólo aplicar a ello sus extraordinarias facultades mentales”. Apasionado por las ciencias, se abocó a toda clase de oficios: dibujante, bordador, carpintero, relojero, pirotécnico, físico, químico, herrero, médico.

Además, fue un militar aguerrido y valeroso. En 1812, se sumó a la lucha por la Independencia y entró como Capellán del ejército chileno. Participó en la batalla de Rancagua en 1814, en la que los patriotas chilenos fueron derrotados. Fray Luis Beltrán formó parte de la masiva emigración de los independentistas hacia Mendoza. Allí, los socorrió el General José de San Martín quien, por recomendación de O’Higgins, lo puso a cargo del parque y la maestranza del Ejército de los Andes.

El cura patriota improvisó un taller y una fragua en el campamento de El Plumerillo poniéndose al frente de 700 artesanos, herreros y operarios, quienes trabajaron a un ritmo frenético en turnos rotativos. En su taller, se fabricó todo lo necesario para el Ejército Patriota. “Si los cañones tienen que tener alas, las tendrán”, le aseguró Beltrán a San Martín. Para lograrlo, recolectó, por todo Cuyo, rejas, herrajes y todo tipo de utensilios metálicos, hasta las campanas de las iglesias. Se ganó diversos apodos, como “Vulcano con sotana”, el “Arquímedes de la Patria” o el “Artesano del cruce”.

El 19 de marzo de 1818 sufrimos la derrota de Cancha Rayada, en la cual perdimos todo a manos de los realistas. Ese desastre causó conmoción entre los patriotas.

Durante la reunión del Estado Mayor, que presidía el General San Martín, se escuchó la áspera voz del valiente fraile; “Perdimos una batalla, pero no la guerra. Tengo en mis depósitos municiones y armas suficientes para que en pocos días podamos transformar esta derrota en victoria”. Lo dijo con convicción, pero no era verdad. Todo había quedado en manos del enemigo. Sin embargo, el cura forjador se tenía fe y sabía que era clave que todos mantuvieran el espíritu alto. San Martín, con alivio y esperanza, concluyó: “Con municiones y armas, vamos a hacer que la noche se les vuelva día”.

Cuenta la historia que al salir de la reunión Fray Luis se encontró con su amigo chileno, el Coronel Manuel Rodríguez: “Amigo, necesito un favor suyo y muy grande. Mande a sus soldados a que traigan todas las personas que puedan juntar. Necesito mil. Todos servirán, hombres, mujeres, niños. Pero los necesito ya”.

En ese mismo momento, el fraile comenzó a reconstruir todo lo perdido. Fue una tarea titánica. En poco más de dos semanas logró su objetivo. Gracias al genio de este hombre y a quienes trabajaron con él, el Ejército aliado se alzó victorioso el 5 de abril de 1818, en la Batalla de Maipú, sellando la independencia de Chile.

Su vida de lucha siguió durante toda la guerra por la independencia de América. Continuó con el equipamiento del Ejército de los Andes para la Campaña del Perú y participó de la batalla de Ayacucho en 1824. La victoria de los patriotas significó la desaparición del contingente militar realista y la independencia del Perú y de Amércia, con una capitulación militar que puso fin al Virreinato del Perú.

En 1825, Simón Bolívar lo desaprobó públicamente reaccionando ante sus reclamos por los pertrechos. Esto lo hundió en una profunda depresión e intentó suicidarse. Lo salvaron, pero perdió la razón por varios meses. Una vez recuperado, regresó a Buenos Aires, en donde colaboró con el ejército que marchó a la Guerra del Brasil. No obstante, al poco tiempo, debió regresar. Falleció el 8 de diciembre de 1827, a sus 43 años. Había abandonado el sacerdocio hacía 11 años, pero, igualmente, fue sepultado como franciscano, con el hábito de su orden, en el cementerio de la Recoleta.

La historia ha reconocido a Fray Luis Beltrán como “El Primer Metalúrgico Argentino”, por su enorme valor y por su tarea incansable al servicio de la patria.

Honramos a este admirable representante de nuestra profesión.

Fuente: Editorial de la UOM